Caminando a la felicidad

¿Por qué somos infelices?



Porque nos dejamos llevar.

Seguramente no te esperabas esa respuesta, pero estoy convencido que es la más correcta.

En primer lugar, habría que saber qué es para nosotros la felicidad.

Está muy difundida la idea de que la felicidad consiste en una respuesta emocional interna que se manifiesta al conseguir un logro o una meta.

Dado que no podemos conseguir metas en todos los momentos, la felicidad es algo que parece que no puede ser permanente.

Digo que parece que no puede ser permanente porque no lo comparto, pero entiendo que la gran mayoría de personas opinen así. Máxime, cuando la experiencia diaria nos muestra que cuando alcanzamos una meta y conseguimos un breve periodo de felicidad, en seguida nos ponemos metas más altas que nos hacen olvidar los logros conseguidos hasta la fecha y nos volvemos a amargar por no llegar a conseguir la nueva meta.


El caso es que la gente es más infeliz cuantas más metas se pone y ocurre que gente con situación económica cómoda y gente con éxito profesional no llegan a ser felices porque se exigen demasiado. Y se exigen cosas superfluas, que no tienen la importancia que ellos le dan.

Resultado de imagen de hombre ricoDel hecho de que esas cosas no tienen la importancia que les dan, lo descubren cuando enferman de gravedad. En ese momento es cuando realmente valoran lo que es importante y lo que es superfluo.

Las personas que se ponen metas muy altas, suelen sufrir de estrés, ansiedad y poseen un ritmo cardíaco elevado que les mina la salud

Estas personas basan la felicidad en disponer la posibilidad de gastar más que los demás en artículos de lujo, vacaciones exóticas y demás cosas que demuestren que pueden permitirse un nivel de vida por encima de la media y al mismo tiempo se cierran todas las posibilidades de ser realmente felices.


Ciertamente es más fácil ver feliz a gente humilde o a gente pobre, que a gente acomodada económicamente.


Y es que la gente humilde se pone menos metas materiales, y aprecia más valores como la amistad, la compañía, etc.

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Pero incluso la gente humilde con escasas metas y que se pueden alcanzar con facilidad, no logra ser feliz. Aunque poseen mayor cantidad de momentos breves de felicidad, tampoco consiguen ser realmente felices.

Muchas veces, porque se ponen tan pocas metas que cuando hacen su análisis de vida consideran que no han llegado muy lejos

Y es que, unos por exceso de altura en sus metas y otros por las pocas metas que se ponen, no llegan a ser felices.

Y el motivo real de la infelicidad se debe a que nos dejamos llevar.

Resultado de imagen de hombre en sofaNos dejamos llevar en unos casos por la mentalidad y cultura capitalista, que nos inculca que tanto tienes tanto vales, y en otros casos por la mentalidad conformista, que nos lleva a apoltronarnos en un sofá y dejar pasar la vida engullendo televisión que nos llene la mente de cosas intrascendentes y nos elimine la remota posibilidad de ponernos a pensar.

La capacidad cognitiva del ser humano se rige por el empleo del intelecto, la mente y la memoria.

La mente está siempre trabajando, pues es una de sus misiones. Siempre está sacando conclusiones a partir de datos recogidos por nuestros sentidos, y en sí eso no es un problema.

El problema es que hemos olvidado utilizar el intelecto y conducir la mente.

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Os parecerá curioso, pero es así, hemos olvidado usar el intelecto. Hemos dejado que la mente nos maneje y dejamos que la vida pase, que los días vayan pasando sin saber qué es lo que queremos de nosotros mismos.

Para ilustrar el funcionamiento de nuestra capacidad cognitiva, piensa que te duele la cabeza por primera vez. El intelecto le dice a la mente que busque aspirinas en una farmacia.
La mente nos llevará a la calle, se fijará en todos los escaparates, entrará en una zapatería, en una pastelería, en una peluquería…. Hasta que el intelecto diga a la mente, “que estamos buscando una farmacia”.

La mente buscará una farmacia, nos llevará a una farmacia, y empezará a fijarse en las cremas de manos, en los caramelos para la tos, en los champús…. Hasta que el intelecto le diga “estamos buscando aspirinas”

Y al final la mente nos llevará a preguntar por las aspirinas y las compraremos

La segunda vez que nos duela la cabeza, el intelecto pedirá a la mente que coja las aspirinas y nos tomemos una. La mente se desperdigará, pero al final tomaremos la aspirina y se nos irá el dolor de cabeza.

La tercera, la cuarta vez que nos duela la cabeza y unas cuantas veces más, el intelecto seguirá dirigiendo a la mente, hasta que llega un momento que el cerebro relaciona directamente “tomar aspirina” con “curar dolor de cabeza” y lo graba en la memoria, de modo que a partir de entonces no es necesario el empleo de la mente ni la dirección del intelecto para resolver un dolor de cabeza, ya se ocupa la memoria de un modo automático de buscar una aspirina.

Y con este ejemplo, te quiero mostrar que hemos dejado de usar el intelecto.
Nos apoltronamos en el sofá, dejando que miles de datos innecesarios provenientes de series de televisión que no nos interesan inunden nuestra mente y la pongamos a trabajar procesando datos sin control alguno por parte del intelecto.
Nos levantamos y vamos a trabajar, volvemos a casa y nos sentamos en el sofá, cenamos cualquier cosa de sobre o congelada y nos acostamos sin emplear ningún minuto del día en pensar en nada, dejándonos llevar por la memoria que ejecuta la rutina diaria.
¿y cuando pensamos?
¿Cuándo pensamos con conocimiento de que lo hacemos?
¿Cuándo dirigimos nuestros pensamientos?
¿Cuándo controlamos nuestros sentimientos?
¿Cuándo nos preguntamos quiénes somos?
¿Cuándo nos preguntamos qué hacer para sentirnos mejor?

Que grande, esta nuestra civilización. Que nos ha llevado a decir a todos nosotros “es que no tengo tiempo para mí”, “es que no tengo tiempo para reflexionar sobre mi vida”, “es que no tengo quince minutos para meditar”.

Y resulta que para ser feliz de forma permanente, tendremos que aprender a manejar nuestros sentimientos
Y para ello es necesario que cuando tenemos sentimientos negativos, en vez de anularlo y reprimirlo, seamos capaces de ser conscientes de que estamos viviendo ese sentimiento (como por ejemplo la ira) y que una vez que seamos conscientes que estamos en esa situación, nos pidamos que dejemos esa sensación y nos serenemos, pidiéndonos a nosotros mismos tratar de mejorarnos para que no se repita nuestra reacción.

Esto es fácil de decir, es difícil de conseguir, pero no tan difícil como tú te piensas. Es cuestión de practicar.

Cuando estés viviendo una emoción (positiva o negativa), haz como si tu mente se alejara de ti unos metros y te mirase desde la distancia. Podrás entender que es lo que te está pasando, como si fueras tu hermano mayor y podrás controlar tu emoción, porque la estás viendo según la estás viviendo y no después.

Por último, te aconsejo que medites diariamente, si puedes dos veces al día.


Resultado de imagen de hombre meditandoEn la meditación, el intelecto se pone a trabajar obligando a la mente a frenarse.
El intelecto vuelve a tomar el control de nuestra capacidad cognitiva, gobernando la mente como antiguamente.
Con la meditación se consigue, además, mejorar el funcionamiento de nuestro sistema nervioso, de nuestro sistema inmunológico.

Y es que sabiendo controlar nuestros sentimientos mejoramos el porcentaje de tiempo en que somos felices y para ello es muy útil distanciarnos mentalmente cuando vivimos una situación intensa y la práctica de la meditación

Te aconsejo que practiques ambas cosas, con todo mi corazón




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