La meditación es un
proceso con el que conseguimos “ralentizar” la mente.
Al meditar, conseguimos
centrar nuestra mente y desechar todos los pensamientos relativos a nuestro día
a día, deshaciéndonos de los problemas que nos atormentan en nuestra vida
cotidiana. Y con ello, conseguimos relajarnos tanto, que somos capaces de
escuchar nuestro interior, y hablar con lo más importante que posees, tu SER,
tu YO Superior, la parte divina de ti.
Una vez que conseguimos
relajar nuestra respiración y conseguimos ir frenando la velocidad en la que
aparecen pensamientos en nuestra mente, podemos elegir tener centrada nuestra
mente en un único pensamiento que nosotros elijamos o tener la mente centrada
en ningún pensamiento, o sea, tener la mente en blanco.
Esto último es muy
difícil de conseguir, extremadamente difícil.
Pero lo que no es
difícil, es ralentizar la mente, reduciendo a unos pocos los pensamientos que
tengamos en periodos de tiempo de quince o treinta minutos. Solo es necesario
práctica.
Aunque al principio es un
ejercicio complicado, cuando se ejercita con cierta frecuencia, se consigue
meditar sin dificultad alguna.
En la meditación es
importante la constancia y la intención.
Mediante la constancia,
es decir insistir sin desistir, conseguiremos pasar la primera fase del
aprendizaje.
En esta primera fase,
nuestra mente se niega a detener su ritmo frenético y seguirá inundando nuestro
cerebro con un sin fin de pensamientos que aparecen de forma
ininterrumpidamente. De todos esos pensamientos, elegiremos uno y comenzaremos
a crear una proyección del mismo, inventándonos una historia relativa a dicho
pensamiento, y nuestra mente seguirá trabajando a toda velocidad, sin que te
des cuenta de que no controlas tu mente, y que ella trabaja sola, a su aire.
Así, sin que te des cuenta, tu mente habrá hecho todo un libro acerca de lo que
pasó cuando imaginaste por un instante que estabas en la gasolinera. Sin que te
des cuenta, estarás pensando en lo que le dijiste a la persona que estaba
delante de ti en la cola de pago, en lo que le dijiste al cajero de la
gasolinera, pensando en que has decidido comprarte una bebida isotónica porque
tenías sed y te apetecía esa bebida, etc.
O sea, durante la primera
fase del aprendizaje de la meditación, lo más habitual es que tu mente en
cuestión de segundos, casi al mismo tiempo en que cierras los ojos, te presente
decenas de imágenes a una velocidad altísima y que de inmediato, elija una y
cree una historia completa como que pasará
en la gasolinera cuando vayas la próxima vez a repostar gasoil.
Por eso es muy importante
INSISTIR, pues insistiendo empezaremos a darnos cuenta de que tenemos esos
pensamientos y que estamos creando historias con la mente, y una vez que nos
demos cuenta, habremos dado el primer paso: ser conscientes de que nuestra
mente está trabajando desbocada, y podremos elegir el parar ese pensamiento,
esa historia y decidir no pensar en ello y pensar en nuestra respiración.
En otra entrega, os
explicaré lo que he aprendido sobre cómo meditar.
Otro aspecto importancia
de la meditación es la INTENCION.
Aunque cuando meditas, no
tienes que intentar focalizar la mente en nada, es importante cuando comienzas
la meditación mostrar tu intención de conectar con TU SER, con el YO SUPERIOR
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