MI PRIMERA EXPERIENCIA
Nunca se me olvidará el día en que realicé el curso de
primer nivel de Reiki, tras seguir los consejos de mi hermana Asunción.
Fui allí, sin saber a qué me iba a enfrentar. Escuché
durante una mañana hablar a mi Maestro acerca de conceptos extraños para mí:
chakras, energías externas (Energía Universal), estado vibracional de los
cuerpos, etc.
Me hicieron una demostración práctica de cómo se movian
unas varillas de latón en una dirección o en la opuesta, al acercarlas a un
papel en la que se había escrito la palabra ODIO y a otro papel que decia AMOR,
siendo escritas pensando en dichos sentimientos.
Tras recibir informaciones extrañas para mí durante una
mañana, tuve que decidir si por la tarde accedia a ser SINTONIZADO (o bautizado
en el Reiki) o no.
Finalmente, viendo que en todo lo que me explicaron no
había nada negativo y que el Reiki sólo se puede aplicar para realizar el bien,
decidí ser Sintonizado.
Y no, no se me olvidará, cómo tras ser sintonizado me
tumbé en una colchoneta para realizar un ejercicio de relajación mientras mi
Maestro sintonizaba al resto de participantes en el curso. No se me olvidará
nunca, como a los cinco minutos de estar tumbado, sentí una energía debajo de
las palmas de mis manos que empujaba mis manos hacia arriba.
Aunque yo estaba muy relajado, estaba consciente y podía
en todo momento tomar las decisiones que quisiera. Decidí dejar que mis manos
se movieran libremente empujadas por la energía que sentía debajo de las
palmas. Estuve quince minutos con los codos pegados a la colchoneta y los
brazos levantados formando un angulo de unos 45 grados.
Tras esos quince minutos, mi Maestro se acercó a mi y me
sopló en los codos, y noté como mis brazos se movian solos. Al principio me
dije: “¿Qué pasa?, Angel ¿Qué vas a hacer?”, y yo mismo me dije: “Angel, dejate
llevar” y finalmente mis brazos empezaron a describir circulos durante más de
veinte minutos.
Fue algo increible y precioso
Una energía externa, la Energía Universal, atravesó mi
cuerpo y me demostró su existencia.
Ese día, mi vida cambió
Entendí que esa era una lección única, y que debía
replantear mi agnosticismo y comenzar a trabajar en dos cosas: sentir el Reiki
en el mayor grado que me fuera posible (realizando todos los cursos, los tres
niveles y la maestría), estudiar acerca de las diferentes religiones, acerca
del reiki y de todas las formas de sanación y meditación que me fuera posible.
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