Caminando a la felicidad

Mi experiencia con el Reiki (3ª entrega)



Y EMPECÉ A SANAR…

Tras los 21 días de autosanación que se deben realizar tras ser sintonizado en Reiki, y tras sentir las experiencias del ki fluyendo por mi cuerpo y la limpieza interior de mi cuerpo, decidí probar a aplicar Reiki a las personas que estuvieran dispuestas a experimentar Reiki conmigo.

La verdad, es que fue algo maravilloso. Nunca pensé que pudiera sentir y hacer sentir las sensaciones que he trasmitido con el Reiki.

Siempre me he considerado una persona normal, algo inteligente, pero del montón. Y nunca creí que pudiera dar algo a los demás que no pudieran conseguir por sí mismos. Nunca pensé que podía hacer algo extraordinario por los demás. Y lo cierto, es que aplicar Reiki y enseñar Reiki me hace sentir que hago algo de un valor incalculable.

La primera en probar el Reiki siendo yo el Canal, fue María, mi compañera del curso de nivel I de Reiki, quién sintió que se le colocaba el Coxis que tenía desplazado desde muy pequeña. Cuando me lo contó, me pareció tan sorprendente que preferí pensar que exageraba.

Luego apliqué Reiki a mis sobrinos y a mi hija, que les pareció muy agradable y les gustó bastante, pues me pedían repetir.

Una semana después operaron a mi hermana mayor de un cancer cerebral, y durante su operación, todos mis hermanos, mis sobrinas mayores y mi madre estuvimos esperando con gran ansiedad. Como les ví a todos muy tensos, les sugerí probar Reiki.

Comencé con mi madre, que tenía una contractura en la espalda que parecía una pequeña bola (sobresalía y se distinguía claramente). A los quince minutos de terminar la sesión Reiki, le pregunté a mi madre: ¿qué tal te encuentras? Y me dijo. Genial, me ha desaparecido la contractura, mira, toca! Y me quedé asombrado al ver que había desaparecido en tan poco tiempo.

Después le hice Reiki a mi hermano menor, que tenía una tensión en el cuello tan grande que le dolía hasta el roce del cuello de la camisa. Tras veinte minutos de sesión Reiki, prácticamente se durmió, obteniendo una relajación que era difícil de pensar que conseguiría pues partía de una tensión muy alta, por su stress y por la tensión de la operación de mi hermana.
Cuando terminé, me dijo que seguía notando la contractura del cuello, pero que se había relajado muchísimo. Yo le dije que se fijara durante los tres dias siguientes, pues las sanaciones Reiki no tienen porqué ser inmediatas, sino que se pueden producir paulatinamente en ese periodo de tiempo.

Al cuarto día, mi hermano menor me llamó desde Málaga, para decirme que le había desaparecido la tensión en el cuello. Que antes le molestaba el roce del cuello de la camisa, y que ahora apretaba hacia adentro con el dedo intentando hacerse daño y no era capaz de conseguirlo. Mi hermano estaba alucinado.

Viendo que podía ayudar a la gente, me propuse hacer un pacto con Reiki y cree mi propia oración:
“Reiki, ahora que te conozco, no puedo dudar de tu existencia,
Sólo puedo que transmitir mi conocimiento y experiencia a todo aquel que te quiera conocer
Y me comprometo a ayudar a sanar a todo aquel que lo necesite y me pida ayuda
Te doy gracias por lo que tengo: mi familia, la salud de mi familia, mi salud, mi trabajo
Y por sanar a mi hermana Asunción, a mi hija y a mi sobrino Pablo.
Gracias, Reiki”

A partir de ese momento, me propuse llevar a cabo mi compromiso personal de dar a conocer Reiki a todas las personas que pudiera y ayudar a curar a todas aquellas que estando enfermas quisieran que le ayudase. 




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