Caminando a la felicidad

NO JUZGAR



Una de las cosas que ayudan a conseguir una felicidad duradera y no esporádica y fugaz es “No Juzgar”.

Por ello, quiero compartir contigo lo que pienso acerca de en qué consiste No Juzgar.

¿Qué es No Juzgar? ¿Qué es No Juzgar para ti? ¿Coinciden ambas cosas?

No Juzgar, quizá sea la actitud que todos afirmamos cumplir y la más difícil de conseguir.

Toda persona a quien preguntes, sin duda te dirá que ella no critica a nadie, que considera que cada uno puede ser como quiera, que es libre de ser como quiera ser sin que nadie y mucho menos él o ella le limite en modo alguno.

Seguro que, para ti, No Juzgar consiste en no criticar ni alienar a nadie acerca de su modo de ser, pensar, vestir, etc. Y seguro que tú estás seguro de que No Juzgas.
Es muy curioso, es como una enfermedad adictiva: nuestra mente se empeña en negar que tenemos ese problema y es necesario reconocer que tenemos ese defecto para comenzar a corregirlo.

La mente no reconoce que juzga a los demás.

No juzgar es una de las cosas más difíciles de conseguir, pues, aunque nuestra mentalidad abierta, moderna y liberal nos dice que debemos dejar ser a los demás lo que quieran ser y vivan como ellos elijan, lo cierto es que sentimos un pequeño grado de felicidad interna cuando comparamos los actos y la forma de pensar de los demás con la nuestra y podemos poner la nuestra por encima de la de los demás.

Y obtenemos un mayor grado de felicidad cuando nuestra crítica, en la que nuestra ética de valores o nuestra actitud queda por encima de la persona criticada, puede ser compartida con otra persona.

Esa sensación es genial.

Conseguimos una felicidad interna que no detectamos, que sentimos de modo inconsciente.

Nuestra mente nos aplaude, nos pide más momentos de felicidad, nos pide que sigamos juzgando, pues es una forma de afianzar nuestra personalidad.
Nos sentimos más seguros cuando pensamos que nuestra opción, nuestra actitud, nuestra escala de valores es mejor que la de otras personas y aún nos sentimos más seguros cuando alguna otra persona nos da la razón, pues eso refuerza aún más nuestro criterio y nos hace más seguros.

Y por todo ello, no paramos de juzgar. Juzgamos todo y a todos.

Sí, sí, lo sé, tú no críticas a nadie, o llevas años sin hacerlo. Ya, ya, seguro que es así.

Pero te has parado a contar las veces que en un día haces lo siguiente:

  • · Criticas a un compañero por llegar tarde al trabajo, aunque no se lo digas ni a él    ni a nadie
  • · Comentas la forma de vestir de algún compañero o de un desconocido
  • · Opinas que alguien no cuida su higiene personal
  • · Criticas a tu jefe directo o a cualquier superior tuyo
  • · Criticas a un político
  • · Maldices al que se cuela con el coche sin respetar la cola que tú estás haciendo en  un atasco
  • · Le dices a tus hijos: “tú, no te parezcas a ese amigo o amiga” “no seas como ellos”
  • ·Hablas mal de un vecino, o del conserje del edificio o urbanización en la que vives
  • ·Consideras que la forma de educar a tus hijos por parte de tu marido o de tu          mujer no es la correcta

Seguro que, si prestas atención, cualquier día de tu existencia has juzgado más de una vez a algún conocido o alguna persona que se ha cruzado en tu vida.

Pues es que una de las propiedades de la mente es generar sin parar pensamientos, y si no utilizamos nuestro intelecto, la mente creará una historia a partir de cada pensamiento, pasando el pensamiento a convertirse en un pequeño relato al que si sumamos juicios hacia ese pensamiento o las cosas o personas en que se basa ese pensamiento se termina convirtiendo en una gran historia, y a la mente le encanta hacer historias grandes.

Y hasta ahora sólo hemos hablado de juzgar a personas y todavía no hemos hablado de juzgar cosas o sentimientos.

No juzgar, no se trata sólo de no opinar sobre la forma de actuar o ser de otra persona.

No juzgar, también consiste en no opinar acerca de los sentimientos.

Estarías de acuerdo conmigo si dijera “no me gusta estar triste”, porque a nadie le gusta estar triste. Pero se da la paradoja de que, al decirlo, estamos juzgando el sentimiento tristeza como algo negativo, y no existe ningún sentimiento negativo.

Todos los sentimientos son necesarios y por ello ninguno es negativo.

Lo único es que algunos sentimientos preferimos no experimentarlos durante mucho tiempo, como la tristeza, la soledad, la angustia, el miedo, etc.

Pero hasta los sentimientos que consideramos negativos, son imprescindibles, pues nos hacen centrar nuestra atención para aprender una lección que llevaba incluida aquella experiencia vital que nos provocó dicho sentimiento.

Es bueno estar triste de vez en cuando, pues es cuando te das cuenta de qué es lo que verdaderamente te importa.

Es bueno estar solo algún tiempo, pues puedes aprender que tú también eres importante y que tienes que comenzar a darte la importancia que te mereces. También te enseña que para estar acompañado hay que trabajar para conseguirlo, hay que ofrecer sin esperar nada a cambio.

Y así todos los sentimientos que has considerado negativos y por tanto has juzgado, son necesarios.

No juzgar consiste en observar nuestros pensamientos, en usar el intelecto para comprobar como maquina la mente sin parar ni un segundo, en filtrar esos pensamientos y abortar los que correspondan a juicios de valor acerca de actitudes de otras personas y los que correspondan a sentimientos negativos.

Los sabios llegan a No Juzgar las cosas. Como dice Emilio Carrillo, “ni la rosa es bella, ni el cardo es feo”. Pero ese es un nivel muy alto de No Juzgar.

Aunque todos deberíamos aspirar a llegar a un nivel de No Juzgar en el que ni siquiera valorásemos poniendo adjetivos calificativos a las cosas, para tener una felicidad más duradera nos bastará con No Juzgar a los demás y a ser posible a No Juzgar los sentimientos como positivos o negativos.

De lo expuesto, puedes comprobar que No Juzgar es difícil y que no paramos de juzgar todo y a todos.

También te he comentado que juzgar nos da una felicidad instantánea. Pero esa felicidad es de muy corta duración, suele durar los segundos o minutos en los que emitimos juicios de valor y luego desaparece.

Cuando se consigue No juzgar, se consigue una felicidad más sutil (es más complejo detectarla, sentirla), pero mucho más duradera.

Al no juzgar, no se obtienen momentos de felicidad espontánea por conseguir que los demás estén por debajo tuya en tu escala de valores, pero sí se consigue una seguridad más duradera pues nada exterior a ti supondrá una amenaza a tu personalidad y forma de pensar.

Si no juzgas, no te afecta lo que los demás juzguen de ti, dejas de dar importancia a la valoración de los demás hacia a ti, solamente te importa lo que tú piensas de ti.
Y es que, si realmente No Juzgas a los demás, No Juzgarás que los demás te juzguen, darás importancia nula a que los demás te juzguen y por tanto estás perdonando el que te juzguen desde el primer momento que lo hacen.

Ese hecho, el que no te afecte lo que los demás opinan de ti, el que dejes de tener miedo de los juicios de los demás, te aporta seguridad en ti mismo y la seguridad es una de las bases de la felicidad duradera.

Así, cuando el No Juzgar se convierte en una norma en tu vida y lo practicas en todo momento, poniendo atención en comprobar que no lo haces, ni siquiera de forma involuntaria, consigues mayor seguridad en ti mismo y ello te lleva también a auto estimarte, valorarte personalmente a ti mismo de una forma más positiva y te hace más fuerte.

Una persona más fuerte es capaz de afrontar mejor los problemas que la vida te presenta y una persona que supera las adversidades, es de por sí, una persona más feliz.

Por lo que, si estoy en lo cierto acerca de lo que te he expuesto, parece que está clara la relación entre No Juzgar y un estado de Felicidad duradera.

Pero te preguntarás, ¿Cómo hago para aprender a No Juzgar?

Bueno, no te voy a engañar, aprender a No Juzgar no es tarea fácil.

Yo a veces lo hago, mal que me pese. Pero te diré un secreto: es cuestión de práctica. Cuanto más lo practicas, menos veces caes en el error de juzgar.
Y cuando adquieres práctica y sólo juzgas muy esporádicamente, te sientes mejor. Por lo que merece la pena intentarlo.

Para aprender a No Juzgar tienes que comenzar a vigilar tus pensamientos. La mente no para de producir pensamientos, uno detrás de otro, sin cesar.

Si cierras los ojos, te será muy difícil no pensar en nada. De hecho los meditadores necesitan mucho tiempo de práctica hasta que consiguen reducir la velocidad de generación de pensamientos y mucho más hasta conseguir tener momentos en los que la mente queda en blanco sin pensamiento alguno.

Para aprender a meditar existen dos trucos, visualizar la respiración ya sea en las entradas de las fosas nasales o en el ombligo (haciendo una respiración ventral) y observar todos los pensamientos dejándolos ir sin detenerse en generar una historia acerca de cualquiera de los pensamientos generados por la mente, simplemente se les deja marchar como si viajaran en troncos bajando río abajo.

Como te comentaba, para aprender a No Juzgar basta con vigilar los pensamientos, no hace falta frenarlos, reducirlos o eliminarlos como cuando se medita.

Vigilar los pensamientos consiste en utilizar el intelecto y preguntarse cada cierto tiempo en qué está pensando tu mente.

Te pongo un ejemplo: seguro que en algún descanso en el trabajo te juntas con compañeros y comenzáis a hablar. En muchas ocasiones habláis de cosas insustanciales como el tiempo, el tráfico, las series de televisión, etc., pero otras veces habláis de asuntos de trabajo, en los que sin duda aparecen actos o actitudes de otros compañeros, y a la velocidad del rayo, comenzáis a criticar a ese, esa o esos compañeros.

Pues bien, vigilar los pensamientos consiste en que cuando estas charlando con tus compañeros, cada cierto tiempo te preguntes a ti mismo (de forma silenciosa) si estás o no estás criticando o juzgando a alguien o a algo, y si tu respuesta es sí, basta con que dejes de opinar y veas como los demás juzgan a los otros compañeros.

Pruébalo, es fácil y comprobarás que todos y cada uno de los días tú y las personas que te rodean juzgan a los demás.

Esta es la mejor forma de comenzar a aprender a No Juzgar, vigilando tus pensamientos, comprobando las veces que estas inmiscuido en un juicio, probando a dejar de participar en conversaciones en las que se juzga a alguien o a algo.

Cuando dejes de criticar o participar en críticas con otras personas, podrás comenzar a trabajar en No Juzgar de forma individual.

Podrás comenzar a trabajar en vigilar tus pensamientos en todo momento y observar cuando juzgas a alguien o a algo mediante el pensamiento y no mediante las palabras.

Esto es más complicado y lleva más tiempo (pues vigilar tus palabras es más fácil que vigilar tus pensamientos), pero te puedo asegurar que se consigue.

Pues nada, para conseguir No Juzgar y llegar a experimentar una felicidad más duradera hay que trabajar en vigilar los pensamientos y esto sólo se consigue con la práctica.

Así que te animo a practicar y te recomiendo que comiences ya, pues cuando se recibe un consejo y se pospone su ejecución, el consejo se convierte en palabras que se lleva el viento.


Vigila tus pensamientos y deja de juzgar

0 comentarios :

Publicar un comentario

Expresa libremente tu opinión. Te lo agradeceré